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Entre las recomendaciones de Jesús a sus discípulos y, por tanto, a la Iglesia, no sólo se encuentra la de que tienen que vivir unidos como hermanos, sino también la de que tienen que predicar y llevar el evangelio hasta los confines de la tierra. El evangelio es una buena noticia que debe llegar a todos los pueblos. Dios quiere derribar todas las barreras que existen entre los hombres: todos están llamados a vivir la fraternidad universal. Esta es la tarea fundamental de la Iglesia: congregar, es decir, reunir a toda la humnidad. Para cumplir esta misión, lo primero que tiene que hacer la Iglesia es ser testimonio de fraternidad.
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